En este rubro existen atractivos naturales como el balneario del cañón de Heredia, el río Parapeti, además debemos anotar el atractivo arqueológico de las ruinas de la cordillera del IÑAO y la ruta de los combatientes de la guerrilla del “Che” Guevara.
Orgullosos de nuestra región y de nuestro pueblo, nos permitimos lanzarlo al mundo para que sea conocido y ojalá cada vez más visitado, razón por la que con la mayor humildad invitamos a quienes aman la naturaleza, los viajes de aventura y de conocimiento visitar Monteagudo, tengan la seguridad de que los recibiremos con los brazos y el corazón abiertos.
La
roca se planta firme y vertical en medio de la maleza y una de sus
paredes laterales forma un casi perfecto ángulo de 90 grados con la
superficie de la tierra. Nada la haría particularmente
atractiva si no fuera por la gruesa columna de agua que se desliza
velozmente desde una altura de 60 metros. El transparente líquido
cae casi sin tocar el costado interno de la piedra, pero el mínimo
roce transforma el color de las aguas de cristalino hasta formar un
inmaculado chorro blanco que sólo halla paz al encontrar la
tranquilidad de una poza que lo acoge paciente y
eterna.
La fuerza de las aguas y la terca naturaleza han formado en el lugar de la caída una generosa hoyada, a la manera de una gigante fuente natural con distintos grados de profundidad, siempre llena de las heladas aguas que más arriba la montaña libera sin pausa durante todo el año.
La misma montaña que descuelga el largo hilo de agua ha desplazado sus brazos alrededor de la poza, como si quisiera cuidar maternalmente su obra. Por eso, el sol se baña en esas aguas apenas unos pocos minutos durante el mediodía, cuando está en lo más alto de su diario recorrido.
Pero como la caída es constante, el agua busca naturalmente un camino para continuar su curso. Para ese fin, a la naturaleza no se le ocurrió idea mejor que crear una nueva caída plenamente vertical, de menor altura que la primera, hacia una configuración natural casi idéntica a la primera poza.
Así, la obra está completa: dos balnearios desnivelados por 10 metros, ambos formados por sucesivas caídas de agua, la primera de ellas desde una altura espectacular.
Ambas fuentes retienen suficiente cantidad de agua para mantenerse siempre en un buen nivel. El remanente fluye, por lo que queda de una colina de discreta inclinación. De esa forma, el agua nunca es retenida.
Ese balneario de saltos y cascadas, creado completamente por la naturaleza, se encuentra en las montañas que anuncian la cabecera del chaco de Chuquisaca, en el sudeste del país, en las serranías de Bohorques, a 13 kilómetros al occidente de Monteagudo, la capital de la provincia Hernando Siles, a 320 kilómetros de Sucre, y 1.050 kilómetros de La Paz.
Fragmento extractado de la revista Escape - La Razón